Cuando era niño me fascinaba jugar al futbol en la calle y en el
colegio. Mis amigos también jugaban y en mi barrio había un equipo. Probé un
par de temporadas, pero mis compañeros eran mejores que yo, además, ellos podían
progresar, mientras a mí, solo me sacaban del banquillo los diez últimos minutos.
Recuerdo una ocasión, salir al campo y en menos de un minuto, acabarse el
encuentro.
Un día dije basta, no me gustaba esa situación. Pero
al empezar la temporada, el Sr. Arellano vino a mi casa a hablar con mi padre.
Necesitaban muchachos para completar una plantilla decente para entrenar. Yo le
dije a mi padre y al Sr. Arellano que no contaran conmigo, a mí me gustaba
jugar y en la calle jugaba todos los minutos. Mi padre no quería que yo estuviera
todo el día en la calle y me obligo a ir. Otra temporada sin faltar a un solo
entreno y chupando banquillo para no jugar ni media parte. Eso no se le puede
hacer a un crio.
A partir de los 14 años y gracias a mi padre y al Sr.
David Martin, volví a disfrutar del futbol jugando cada vez más minutos. Atrás habían
quedado aquellas temporadas infernales para un niño. Me transformaron en un
fanático del balompié. Conocí muchísimos compañeros y me lo pase muy bien en
los 5 o 6 clubes que estuve.
A los 23 años, me lesioné en la pretemporada. Cuando
me recuperé, el entrenador, el Sr. Antonio, ya tenía un once fijo, y me volvía
a encontrar en la misma situación que cuando era un niño. Hablé con él, pero no
cumplió conmigo. Después de 4 partidos de margen, me sacó al campo cuando
faltaban 10 minutos para acabar el encuentro y perdíamos en casa 0-6. Yo estaba
muy furioso y cuando pasó un adversario con el balón por delante de mí, lo
derribé de una patada. Un compañero me dijo que para salir así que no saliera, me quité la camiseta y el pantalón y me marché
del terreno de juego. Ese fue mi último partido oficial.
Probé otros deportes y otras experiencias, pero seguí
disfrutando del futbol como espectador. El Barça tenía a Ronaldinho, y con los
años llegó Josep Guardiola. Unos años muy bonitos para los aficionados del
Barça y el buen futbol.
En el 2010, dejé de mirar partidos. Apareció en mi
vida el montañismo. Poco a poco perdí el interés por el futbol, progresé en
actividades relacionadas con el excursionismo y el mundo de la montaña. Así es
como me perdí al mejor Barça de la historia. Pero ahora soy muy feliz.
Conociendo nuevos amigos y lugares espectaculares. Cuando fichas por un equipo
de futbol, te comprometes todos los días de entreno y cada fin de semana hay
partido. Temporada tras temporada jugando en los mismos campos. Ahora no tengo ningún
entrenador que me saque cuando falta poco para acabar el partido, soy yo el que
decide si salgo 30 minutos, una hora o una mañana entera. El terreno y la
actividad nunca son el mismo. Un día salgo a correr, o a escalar, o a hacer una
ascensión…Tampoco tengo el compromiso, salgo el fin de semana que quiero, a
donde quiero, con quien quiero y hasta que yo decido. En los estadios de futbol
como el Camp Nou, solo pueden jugar unos pocos privilegiados, pero las montañas
de todo el mundo son las mismas para todos los humanos. Jugar contra Messi, es
imposible para gran parte de la humanidad, pero hacer una carrera por montaña en
la que participa Kilian Jornet está al alcance de todos.
Hoy hay partido, el clásico, Barça- Madrid,
posiblemente me acueste sin saber el resultado. Las cosas que antes nos
gustaban ahora puede que no nos gusten tanto.
Hoy, yo tengo
mi partido particular, una carrera de kilometro vertical y disfrutar de mi familia.
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Jugando de titular indiscutible. |
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